lunes, 9 de noviembre de 2009

El Bizarro Mundo de los Tacos de Carnitas


El mexicano siempre ha tenido el tacto -y el hambre- de criar -o importar, si es el caso, saltarse un renglón- un animal, engordarlo lo más que se pueda, transportarlo a un matadero y... "Mole Doña María".
De ahí, que llega a nosotros en diferentes presentaciones. Siendo esto México, un país lleno de folclor y buenas costumbres, se aprovecha todo -TODO- el susodicho animal. Ya dependerá de el glotón si se lo come o no, algunos no somos tan valientes como para incluír en nuestra dieta "rutinaria" cada órgano, miembro, cartílago, relleno, hueso y uña del valiente cochinito juguetón que dio su vida para alimentar a los comedores callejeros.
Hace ya muchos años que renuncié al famoso taco de surtida, o surtido, depende la taquería, en cuanto a tacos de carnitas se refiere. Pero, lo que sigo disfrutando es la maciza, bien grasosa y machacada con harto limón, sal y "su salsita verde". Fui hasta Quiroga, Michoacán para llegar a "La Meca" de dicho platillo, sin embargo, puedo asegurar -personalmente- que en el DeFectuoso, están más sabrosas.
La típica taquería de carnitas incluye, además de mesas, bancos y la barra; una tele en la que se puede ver el programa de medio día (recordemos que las carnitas son para el almuerzo) que tantas amas de casa disfrutan, o el fut, si es que tocó, o algún canal que esté transmitiendo películas como: Duro de Matar, El Cuervo, La Jurado, o Arma Mortal 2, dobladas al español, por supuesto; los molcajetes más grandes del mundo llenos de variedad de salsas para elegir, cebollita y cilatro picados, limón mal cortado casi imposible de agarrar, salero y palillos -a veces el mismo envase, con los hoyitos originales o "hechos a la medida"- servlletas o cuadritos de papel "craf" y si la tele está en mudo, música cuyos intérpretes desconozco, pero estoy seguro que proviene de Durango o Sinaloa a un volumen alto.
¿El precio? a no ser que la sustancia ordenada sea costilla -sumar $5 a $7 pesos por porción-, debe promediar los $8 pesos (mexicanos). Cuatrotacos bien servidos, con tortilla doble, condimentos y un Boing de guayaba, suficientes para apendejar a la lombriz hasta la hora de la comida, nos cuesta entre $40y $45 pesos. Nada mal para un nutritivo -harta caloría- "tenteenpié". He aquí cuando el mundo se detiene, comienza a girar en dirección contraria, cambia de color y se da lo siguiente:
El changarro está situado en la colonia Escandón de la ciudad de México. El lugar está más limpio que quirófanos que he visto, que cocinas de restaurantes carísimos y demás lugares que tendrían que estar más limpios que esta taquería... Los encargados son todos familiares, lo cual crea un ambiente de servicio amigable y eficiente. Ahora sí, lo bizarro: El taco cuesta $15 pesos, ¡$15!, cuando una hamburguesa mata-hambre cuesta sólo $11. Pero lo que de verdad me sacudió las ideas es que mientras en el televisor se proyectaba una película de drama, en el sonido local, estaba escuchando un concierto de Diana Krall con invitados especiales... A lo que hemos llegado.
Entre taco y taco, el taquero revisa su iPhone -adecuado para aguantar las embarradas de manteca- a la vez que llegan sus amigos en autos clásicos y en su estéreo se pueden escuchar desde rock progresivo -Camel- hasta los Blues Brothers, el 85 por ciento de las mujeres que llegan son muy atracitvas, y los fines de semana, sirven cerveza importada. ¿Globalización? ¿Cuál? Si las tradiciones no se pierden, el horario es el mismo que en casi todo puesto o local de tacos de carnitas -8am a 3pm, o hasta que se acabe-, todo queda en familia y el sazón de los tacos, es de los mejores que he probado. Claro que al pagar la cuenta, tuve que desembolsar casi $100 pesos, pffff...¡Viva México!
Tal vez el siguiente paso sea un Starbucks de lámina en Eje Central, o un Olive Garden que esté junto al Red Lobster en el Zócalo de Pátzcuaro. No es queja, me gusta el Latte de Starbucks, y me gustaría que el California Pizza Kitchen de Masaryk fuera un Olive Garden, junto al Red Lobster sobre esa misma avenida, pero hay veces que uno se saca de onda con lo que está pasando a nuestro alrededor. El día que los franeleros me den un ticket con código de barras por estacionarme en la calle sabré que hemos tocado fondo. Mientras: Otros dos de maciza con cuero de panza, por favor.

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